Psicólogo: María Hernández del Rincón
Zaragoza - España.
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El abuso dentro de la familia sigue siendo un problema en alza. Un elevado porcentaje de las agresiones que
tienen lugar dentro de la pareja no se denuncian, siendo el silencio el falso refugio donde la persona maltratada
se cobija. Se puede afirmar que la mayoría de las víctimas son mujeres. Actualmente, la violencia contra la
mujer en la relación de pareja adquiere unas cifras alarmantes que han provocado en la comunidad científica un
aumento del interés por el estudio de los agresores. Ante este problema, las preguntas que más
frecuentemente suscitan en nuestra mente son; ¿Por qué hay hombres que maltratan a las mujeres?
¿Existe un perfil típico de maltratador que nos permita identificarlo fácilmente?
¿Por qué la mujer maltratada, calla y se mantiene al lado de su destructor?
Para intentar dar respuesta a todas estas preguntas, hemos de recalcar que al hablar de violencia hacemos
referencia a un comportamiento aprendido y complejo, multidimensional en su expresión y multifactorial en su
causalidad, que abarca tanto la violencia física como la violencia psicológica. En los estudios realizados,
encontramos que los agresores suelen presentar carencias psicológicas
significativas, como sesgos cognitivos (pensamientos distorsionados sobre los
roles sexuales y la inferioridad de la mujer y sobre la justificación de la
violencia), dificultades de comunicación y de resolución de problemas,
irritabilidad y una falta de control de los impulsos, así como otras
dificultades específicas (abuso de alcohol - drogas, donde la adicción actúa
como desinhibidor, existencia de celos patológicos, inestabilidad emocional o
algún trastorno de personalidad, siendo los más frecuentemente encontrados el
antisocial, el límite y el narcisista). Entonces, ¿Podemos afirmar que exista un
perfil concreto de agresor de mujeres?... No podemos afirmarlo. La tragedia
de la violencia de género es que se ejerce por agresores que son hombres
normales y es sufrida por víctimas que son mujeres normales. Los agresores no
tienen mayor proporción que la población normal de entidades psicopatológicas.
Es cierto que a veces se difunden perfiles en donde aparecen los agresores como
deficitarios en habilidades sociales o en control de los impulsos. Sin embargo,
de ninguna manera estos elementos psicológicos llevan por sí solos a la
violencia. También sucede que lo que se denomina des-control de los impulsos no
es más que una secuencia de conducta perfectamente controlada de violencia
hacia una mujer, mientras que en el resto de roles sociales, el agresor no
pierde nunca ese control supuestamente deficitario. Por ello, se hace necesario
contar con la intervención psicológica no sólo para atender a las mujeres
víctimas de la violencia machista, sino también para ofrecer un tratamiento
rehabilitador a los maltratadores. Un buen número de estudios ha puesto de
manifiesto que el tratamiento psicológico se muestra como el más adecuado para
atender a los maltratadores. Ante esto, Podemos preguntarnos; ¿Es que la
intervención psicológica con agresores tiene resultados curativos? Ante lo que
respondemos rotundamente "NO". Es importante aclarar que una
intervención psicológica con agresores no se diseña y aplica para curar a una
persona, sino que su utilidad es modificar la mente y la conducta de un sujeto,
para desarraigar la violencia de su repertorio comportamental y reatribuir
parte de la tabla de significados que el sujeto usa para construir su
realidad. Para finalizar;
¿Por qué la mujer consiente este maltrato? Simplemente porque el maltrato continuado en el tiempo ha conseguido
anestesiarla, llegando a ver normal esa relación que le destruye.
Frecuentemente han roto sus círculos afectivos y se rodean de un gran vacío. Su
dependencia emocional le impide desligarse del Depredador emocional. Ante todo
lo expuesto; ¿Cómo podemos avanzar en el logro de una sociedad igualitaria y
menos violenta que la actual?. Las investigaciones recientes afirman que la
intervención con la mujer maltratada y con sus hijos es imprescindible, pero
resulta insuficiente si no se actúa simultáneamente sobre el agresor mediante
un proceso reeducativo. Se encuentra ampliamente demostrado que la violencia de
género es un problema educacional, que se transmite intergeneracionalmente
mediante aprendizaje observacional. Por ello, es importante actuar para poder
dar fin a estos sucedáneos de amor ya que el auténtico amor, no mata.